Angel Mario Ksheratto
Las trampas de “El Buen Fin”
Por muy buena que haya sido la intención, el programa denominado “El Buen Fin”, no pasó de ser una pobre estrategia comercial que solo benefició a los comerciantes, especialmente a las más grandes cadenas de supermercados. La estrategia fue simple: desde el día que el Presidente Felipe Calderón subió al pódium a elogiar las virtudes de la idea y a alentar a los trabajadores a derrochar su cada vez más empobrecido aguinaldo, los precios normales de la mayoría de productos, se elevaron ostensiblemente.
Antes de ese anuncio, le había puesto el ojo a una grabadora digital en cierta tienda departamental; su precio era de 999 pesos. Tras el anuncio presidencial de “El Buen Fin”, subió a 2 mil 350. El pasado fin de semana, volvió a “bajar” de precio, precisamente a 999 pesos. ¿Dónde estuvo el beneficio para el comprador? Evidentemente, en ninguna parte.
Como ese producto, muchos otros se elevaron de precio y durante el pasado fin de semana, estuvieron ¡a precio normal! No hubo entonces, rebajas del tanto por ciento. Sencillamente, se puso trampa al consumidor, muchos de los cuales, imprudentes como solemos ser, abarrotaron las tiendas donde se ofrecieron descuentos fantasmas.
Otra trampa ha sido el de los productos aparentemente ofertados. Aparatos eléctricos, discos, libros, papelería, computadoras, teléfonos celulares, en fin, hasta automóviles. Puede ser que mucha gente esté necesitada de un artilugio de esa clase, pero en el fondo, no resuelve un problema financiero de fondo en su casa.